Si el vaso o la copa en el que lo sirves es elegante da casi igual lo que ofrezcas porque vas a quedar estupendamente. Al menos eso es lo que pienso yo al igual que no es lo mismo servir agua en una copa de plástico que en una de oro ¿o no? En las oficinas hemos instalado dos fuentes de agua de Agualife, pero no unas fuentes cualquiera no, estos dispensadores de agua que son una pasada. ¿Que os parecen una tontería? Pues puede ser, pero yo adoro que las cosas se sirvan bien y tengan una buena presentación así que cuando veo algo que entra dentro de mis conceptos reconozco que está bien hecho y apoyo al 100% su distribución.
El caso es que yo voy a beber agua ahora en la oficina flipo en colores porque a los nuevos dispensadores puedes cambiarle la imagen frontal cuando quieras y por la que quieras y entre eso y que cada vez que bebo agua lo hago en unas copas perfectas me siento como la reina de Saba. Y vosotros diréis ¿y quién es esa? Pues yo tampoco lo sabía pero cansada de usar esa frase hecha cuando me sentía importante acabé por buscarla en Internet y, atención:
La reina de Saba es un personaje legendario que aparece hasta en el Corán. Como su nombre indica fue gobernante del Reino de Saba, un antiguo país que la arqueología presume que estaba localizado en los actuales territorios de Etiopía y Yemen. Según el libro del Cantar de los Cantares la Reina de Saba fue una mujer negra etíope de quien estaba enamorado el Rey Salomón al que todos conocemos, el que casi parte a un niño en dos para darle la mitad a cada una de las madres que peleaban por él. Conclusión: que fue una reina muy rica que le dio regalos al rey Salomón quien quedó prendado de ella. Poco más os puedo contar.
Ya me he desviado ¿no? Hoy no sé qué me pasa que me pongo a hablar y luego ya no sé ni lo que estoy diciendo. En fin, que podemos servir oro líquido a nuestros invitados pero quedarás de cutre si éste viene dentro de un vaso de plástico pero en cambio si sirves agua en una copa preciosa de cristal de bohemia parecerás la reina de los mares. Ala, otra reina. ¿Os cuento quién es?
Pues la reina de los mares no es nadie, sólo es una canción infantil popular de nuestra tradición cultural que dice así: soy la reina de los mares y ustedes lo van a ver, tiro mi pañuelo al suelo y lo vuelvo a recoger. Pañuelito pañuelito ¿quién te pudiera tener guardadito en el bolsillo como un pliego de papel? Una, dos y tres, salte niña que vas a perder.
No me pidáis que os explique la canción porque no tiene ningún sentido. A veces pienso que no tenemos hijos más tontos porque la naturaleza no lo permite porque cantándole unas chorradas tan grandes que no tienen ni ton ni son lo único que podemos conseguir es volverlos locos de remate.