Consejos de un diseñador de interiores para potenciar tu hogar

Cuando me preguntan cómo lograr que una casa se sienta verdaderamente como un hogar, siempre respondo lo mismo: el interiorismo no trata solo de embellecer espacios, sino de darles alma, funcionalidad y coherencia con la vida de quienes los habitan. Como diseñador de interiores, he aprendido que cada casa tiene su propio ritmo, su propia historia, y el reto es descubrirla y expresarla a través de los materiales, la luz, los colores y las texturas. No existen fórmulas universales, pero sí ciertos principios que pueden transformar cualquier espacio en un lugar donde apetezca vivir, descansar y compartir.

La clave está, ante todo, en observar, ya que antes de mover un solo mueble, hay que entender cómo se utiliza el espacio. ¿Dónde entra la luz natural?, ¿en qué momentos del día se usa cada estancia?, ¿qué objetos tienen valor emocional? Una buena distribución no se basa únicamente en normas estéticas, sino en cómo fluye la vida dentro de las paredes. Por eso, uno de los consejos más importantes es no saturar. Dejar que los espacios respiren, que haya zonas de transición, y que cada rincón tenga un propósito definido, ayuda a que la casa no solo se vea bien, sino que se sienta bien.

La iluminación es otro de los elementos que nunca dejo al azar y es que la luz es arquitectura invisible: moldea, destaca, suaviza. Siempre recomiendo aprovechar al máximo la luz natural, manteniendo ventanas despejadas o usando cortinas ligeras que tamicen sin ocultar. Por la noche, la iluminación artificial debe ser cálida y en capas. Una lámpara colgante puede crear un punto focal, pero son las luces auxiliares, como las de sobremesa o apliques, las que generan ambiente. La clave es evitar una única fuente central que aplaste la atmósfera del espacio.

El color es un lenguaje emocional que transforma por completo una habitación. Por ello, en Sebastián Bayona Studio tenemos claro que tonos suaves y neutros pueden aportar calma y amplitud, mientras que los colores intensos generan carácter y personalidad. No hay que temer al color, pero sí respetarlo. Un recurso que funciona muy bien es partir de una paleta base coherente y añadir acentos de color en textiles, arte o pequeños objetos decorativos. Eso permite jugar sin caer en el caos. Además, cada color tiene su momento y lugar. Un azul profundo puede ser ideal para un dormitorio, mientras que un verde salvia podría aportar frescura a una cocina o comedor.

Los materiales también hablan, y deben elegirse con sentido y, en este sentido, la madera aporta calidez, el mármol elegancia, el lino frescura, el metal un toque moderno. Lo interesante es cómo se combinan entre sí. Contrastar texturas, como una alfombra rústica sobre un suelo pulido, o cojines de terciopelo sobre un sofá de algodón, enriquece el espacio visual y sensorialmente. Hay que atreverse a mezclar, pero siempre con un hilo conductor que unifique el conjunto.

Otro aspecto fundamental es integrar la historia personal de los habitantes en la decoración. Una casa debe contar quién vive en ella, así que fotografías, recuerdos de viajes, libros, arte… todos estos elementos crean un relato íntimo que convierte lo bonito en auténtico. La decoración sin alma es fácilmente replicable; la que nace de la personalidad, no. Eso sí, siempre cuidando la proporción y evitando la acumulación excesiva, porque los espacios también necesitan silencio visual.

Y, por último, la flexibilidad, y es que la vida cambia, y el interiorismo debe adaptarse a esos cambios. Muebles modulares, soluciones de almacenaje inteligentes y espacios multifuncionales permiten que la casa crezca con quienes la habitan. El buen diseño no es estático, sino dinámico. Por eso, siempre recomiendo invertir en piezas atemporales y de calidad, que puedan reinterpretarse con el paso del tiempo sin perder vigencia.

¿Cuánto tarda un diseñador de interiores en crear su proyecto?

El tiempo que tarda un diseñador de interiores en desarrollar un proyecto puede variar bastante según la escala del espacio, el nivel de intervención requerido y la complejidad del diseño, pero de manera general, se pueden establecer algunos rangos orientativos.

Para un proyecto básico de interiorismo en una vivienda, como puede ser la redecoración de un salón o dormitorio sin obras mayores, el proceso puede durar entre 3 y 6 semanas, incluyendo el tiempo para reuniones con el cliente, toma de medidas, creación del concepto, selección de mobiliario y acabados, y presentación del diseño final.

Si hablamos de un proyecto completo de vivienda (como un piso o casa entera), el tiempo suele extenderse entre 2 y 3 meses solo en la fase de diseño, desde el primer contacto con el cliente hasta la entrega del proyecto final, con planos, renders, presupuesto estimado y lista de materiales. A esto hay que sumar el tiempo de ejecución si hay obras, que puede ir desde varios meses hasta un año, dependiendo de la envergadura.

En el caso de proyectos más complejos o de uso comercial (como oficinas, restaurantes o hoteles), el proceso puede ser aún más largo, con fases muy detalladas de planificación técnica, licencias, coordinación de proveedores y ejecución de obra.

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