El tamaño de nuestras ventanas incide en nuestra salud psicológica

A nadie le sorprenderá que digamos que el confinamiento nos ha pasado factura a todos y cada uno de nosotros. Primero porque nos ha afectado en lo económico, ya que han sido millones de personas las que han perdido su empleo y, por ende, parte de su dinero durante la pandemia. También nos ha afectado en materia psicológica porque ha pesado mucho no poder ver a parte de nuestra familia y a nuestros amigos durante una situación así. Pero lo peor de todo ha sido saber que estuvimos encerrados durante varios meses sin poder disfrutar, siquiera, de un buen paseo.

Ha sido una época en la que hemos tenido muchos problemas sobre todo derivados del espacio y del tipo de vivienda que poseemos. Hay mucha gente que vive en espacios reducidos en España y a la que el confinamiento provocó problemas terribles como la depresión o el estrés. Y es que no es lo mismo enfrentarse a una situación así en un piso que en una vivienda que cuenta con jardín o hasta piscina. Las comparaciones, desde luego, dejan ver dos mundos y dos maneras completamente diferentes de desafiar un confinamiento. Todos y todas tenemos claro lo que preferiríamos.

Una información vertida en la página web France 24 aseguraba que había estudios que ya habían demostrado que la pandemia y el confinamiento habían afectado a la salud mental de la población. Y ojo, que eso era solo después de seis meses de pandemia. Con más de un año con esta situación, es evidente que los problemas se han recrudecido de un modo excepcional. Y lo van a seguir haciendo a medida que pasen los meses y las semanas. Desde luego, es un problema lo suficientemente importante como para ser tenido en cuenta.

Según lo que apuntaba una noticia publicada en La Vanguardia en agosto del año pasado, el 65% de la población tenía síntomas de ansiedad o estrés a causa del confinamiento. No es para menos. Teniendo en cuenta que muchas personas han tenido expresamente prohibido salir de un hogar de poco más de 50 metros cuadrados o hasta incluso menos, es lógico haber desarrollado este tipo de problemas. Ni que decir tiene que, para salir de una situación así, hace falta o ayuda profesional o tener una vitalidad y una fuerza mental a prueba de bombas. Cualquier solución que no sea esa entraña peligros.

¿En qué nos hemos apoyado los españoles y españolas para intentar evitar todos los males ocasionados por el confinamiento al que estuvimos cometidos entre marzo y junio del año pasado? Teniendo en cuenta que nos encontrábamos en primavera, disponer de luz solar era imprescindible para combatir la prohibición de salir a la calle. Y, en ese cometido, era importante disponer de ventanas amplias y que permitieran una buena luminosidad de nuestras casas y pisos. Mucha gente se dio cuenta de ello y, por eso, después de la primera ola de la pandemia, se registró un récord de peticiones para instalar nuevas ventanas en función de lo que nos transmiten desde el equipo de La Ventana Perfecta.

Un aspecto vital para todo tipo de personalidades

Da igual la personalidad del hombre, mujer, joven, anciano, niño o niña del que estemos hablando: el confinamiento nos ha afectado a todos y cada uno de los y las componentes de la sociedad. Ni que decir tiene que hemos tenido que encontrar una solución a medida que pasaban las semanas, sobre todo teniendo en cuenta que se han producido diferentes olas de contagios, especialmente durante la tercera, la surgida después de Navidad, que fue demasiado peligrosa.

Es cierto que dentro de poco tiempo habremos superado la pandemia y que los confinamientos dejarán de tener sentido. Esto nos podría llevar a pensar que la amplitud de nuestras ventanas, en virtud de lo que hemos venido comentando, dejaría de tener sentido. Pero no es así. Hay que tener en cuenta que los inviernos aquí son muy largos y que, con la tan reducida luz solar que recibimos durante esos días, es conveniente que nuestras ventanas estén preparadas para conseguir que, dentro de nuestro hogar, sigamos disponiendo de la mayor luminosidad posible. Porque la luminosidad, amigos y amigas, es vida.

Nadie duda de que la calidad de vida depende en buena medida del hogar en el que nos encontramos y de su luz. Es algo que hemos aprendido durante los meses en los que estamos padeciendo la pandemia. Todos estos aprendizajes nos deben servir para que, a corto plazo, todos nos sintamos mejor en el sitio en el que vivimos. No hay castigo peor que no ser felices con el hogar que habitamos. Ojalá que todos y cada uno de nosotros sea capaz de conseguir evadir ese castigo y disfrutar del primero al último de los segundos que pasamos en casa.

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