Todo lo relacionado con el medio ambiente, la agenda 2030, el mayor aprovechamiento de los recursos y el cambio climático, esta provocando un cambio absoluto en nuestra manera de ver y percibir el mundo que nos rodea. Afortunadamente, uno de los aspectos más relevantes para evitar el impacto del ser humano en el planeta, es el reciclaje y, cada vez, existe mayor concienciación al respecto. Reducir el impacto de la huella de carbono no solo es favorable al planeta, también lo es para sus habitantes: animales, plantas y cualquier ser vivo, incluyendo al causante principal del mal de la tierra, los humanos.
A los llamados seres racionales, se nos ha ido la mano con el consumismo, la innovación y todo lo que hemos ido logrando a lo largo de la historia de la humanidad. Aunque lo pasado, pasado es, no hay que olvidar que ese camino que hemos seguido, nos ha traído hasta aquí: un momento crucial en el cual el cambio climático es algo palpable y las consecuencias, pueden ser devastadoras si no lo frenamos y revertimos el proceso.
Con todo esto, señalar que los contaminantes, son los causantes de que el medioambiente, se destruya con cada paso que damos por el mundo. Desde el punto de vista medioambiental, se considera contaminante toda sustancia que el sistema no puede asimilar. Por lo tanto, cualquier materia artificial o natural que no pueda ser integrada dentro del ciclo ecológico y biológico natural del planeta, es dañino para él. Existen varias clases de contaminantes y diversas formas de presentarse: en estado gaseoso, líquido o sólido. Todas ellas, destacan por influir de forma negativa en el entorno.
La propia naturaleza, cuenta en su haber con contaminantes naturales como por ejemplo, los gases nocivos que expulsan los volcanes, las emanaciones de las aguas contaminantes de los fondos oceánicos en los que los mismos volcanes, expulsan soluciones metálicas sobresaturadas con elevadas concentraciones letales para la vida, etc. Todos esos gases, los líquidos e incluso los elementos sólidos, tienen un efecto devastador sobre la vida.
Por otro lado, dentro de los contaminantes artificiales, es decir, producidos por la actividad humana, destacan sobre todo los vertidos de petróleo en el mar. Ambos ejemplos, no son buenos o malos. Lo que sucede, es que, dada la elevada concentración y cantidad expulsada, no puede se asimilada por el entorno por no se el lugar en el que deberían encontrarse.
Todo es reciclable en el medio ambiente
Lo afirman los expertos, en el medio ambiente, todo se puede reciclar. Las acumulaciones de metales nocivos para el medio como las citadas emisiones o el vertido de petróleo, debe tratarse siguiendo una serie de pasos y protocolos. Por un lado, se agrupan las sustancias en lugares adecuados para su contención, donde son confinados en depósitos para su posterior aprovechamiento y posteriormente, se destinan a su uso productivo. Todas las sustancias tienen algún tipo de utilidad, por lo que al introducirlas en el sistema técnico e industrial existente, pueden conferírseles una nueva vida.
Teniendo en cuenta estos aspectos, vamos a centrarnos en un material conocido por todos, muy utilizado y que puede resultar en extremo contaminante de no ser bien procesado: el asfalto.
Este asunto, es algo que no se plantea con frecuencia. La realidad es que damos por sentado que el asfalto esta ahí y no nos cuestionamos donde va cuando lo quitan o sustituyen en grandes bloques. Normalmente, vemos como el asfalto se desgasta y se cubre con más asfalto. Hasta ahí nos llega el pensamiento a la mayoría de mortales. Sin embargo, desde Aglomerados G.B. expertos en fabricación de aglomerado asfáltico, nos aseguran que el asfalto es un material reciclable y con mucha vida útil.
En este caso no sucede como con el reciclaje de las botellas de plástico que no vuelven a ser botellas de plástico o el reciclaje más rústico que consiste en reutilizar algo dándole otra utilidad. El asfalto reciclado es eso: secciones de asfalto envejecidas o cuya vida útil ha terminado que, mediante el proceso de reciclaje oportuno, pasa a tener un nuevo uso en el que se emplean sus mismos componentes.
Normalmente, el asfalto, procede de carreteras que son sustituidas por nuevos trazados de autopista o de tramos modificados o, proceden del fresado en superficies que, tras haber sido dañadas, requieren una renovación.
Desde el punto de vista mecánico, cuando hay que retirar asfalto de las calles debido a las obras o modificaciones oportunas, se hace mediante el uso de una maquinaria especial. En algunas ocasiones, se perfora con martillos neumáticos, mientras que, en otras, se hace con percutores excavadores. Para retirar los restos resultantes, se utilizan excavadoras que recogen los restos y los depositan en los camiones que los llevan a las correspondientes plantas de reciclaje.
Mediante un proceso de fresado y sus diferentes técnicas, se cortan los materiales, con herramientas giratorias que disponen de dientes y muelas de gran dureza para arrancar el asfalto, arrancándole pedazos según sea necesario para el posterior proceso de reciclado.
Existen numerosas combinaciones para el uso de este tipo de maquinaria, pues son capaces de realizar un tarea sencilla y localizada o plantear un sistema de trenes mecanizados para realizar un trabajo de asfaltado de gran envergadura. La innovación actual, dispone un amplio campo que persigue la utilización del asfalto reciclado para ser usado en calles urbanas, plazas de garaje, aceras, zonas verdes…
Todo esto, quiere decir que todos los usos y aplicaciones que hasta el momento se han concebido para realizar toda clase de trabajos de asfaltado, pueden llevarse a cabo con el mismo asfalto ya existente en el lugar o, valiéndose del asfalto ya recuperado en otro lugar.
Desde el punto de vista medioambiental y económico, el reciclado de pavimento asfáltico, es en extremo rentable, ya que incluye un ahorro de costes considerable, por disponerse ya de la materia prima necesaria. Del punto de vista medioambiental, se minimiza el impacto global puesto que los materiales pueden utilizarse varias veces.
Si es posible reciclar el asfalto y proporcionarle varias vidas útiles, cabe preguntarse que no puede reciclarse en el medioambiente. El asfalto es si duda uno de esos materiales que siempre han estado ahí, perpetuos (al menos eso pensamos), duro, resistente, imponente… ¿reciclable? No nos lo habíamos planteado hasta hace relativamente poco (me refiero al ciudadano común), pero resulta que sí, es reciclable.
Las recicladoras de asfalto, una obra de ingeniería
El proceso habitual para acumular restos de asfalto, ha sido hasta hace poco (aún se hace así en determinados casos), el fresado del pavimento para retirar las capas dañadas, dejaba unos residuos que se transportaban hasta vertederos especiales que en la mayoría de ocasiones, no existían. Bajo esta circunstancia estos residuos, terminaban junto a otro tipo de residuos sólidos urbanos de tipo árido en montículos cada vez mayores en los que se iban apilando y soterrando unos, con otros.
Este tipo de usos, han dependido en gran medida de la normativa medioambiental de cada país que, según su grado de desarrollo técnico, actuaban de una manera u otra, sin menoscabo de los daños que se producían al medioambiente tras mezclar dichos residuos, en tanto se buscaba solución.
Debido a esta razón, actualmente existe un convenio general en el que todo lo que es reciclable, se recicla. De tal modo que se evitan problemas como el de los vertederos especiales que son, además, mucho más costosos, puesto que hay que crearlos y mantenerlos. Reciclar constituye un ahorro en el proceso de producción, bastante considerable.
Aunque parece que el reciclaje es un invento muy de moda y que aprovechar los recursos y reutilizar los materiales es muy del siglo XX, lo cierto es que siempre que ha sido posible, el ser humano, ha reciclado.
Incluso durante la Segunda Guerra Mundial, se puso en marcha un proceso de recauchutado, cuya técnica fue empleada para reparar las carreteras dañadas durante los años de contienda.
En función de la geografía y el clima de los distintos países, viales, carreteras y autopistas, sufren todo tipo de agresiones ambientales (viva la ironía). Tanto el clima, como el tráfico rodado, por fricción, arrastre y desplazamiento, hacen que el asfalto se deforme y pierda sus propiedades de adherencia. Estos daños son visibles a cualquiera, pues basta con observar la presencia de grietas y ranuras por la superficie o una superficie brillante y lisa, debida al pulido procurado por el intenso y continuo paso de los vehículos.
En este tipo de superficies, el vehículo pierde estabilidad, pudiendo patinar y no sujetándose bien por el desprendimiento de pequeños fragmentos de la superficie de la carretera.
Ahora bien, ya no es necesario cortar toda la autopista durante horas para reparar el daño. Para renovarlas, basta con arrancar el pavimento mediante el proceso de fresado ya citado, enviarlo a una planta de procesamiento y reciclado o, mejor aún, utilizar una maquinaria especial para reciclar los materiales en el mismo lugar, en el mismo, momento.
Una excelente forma de optimizar los recursos, convertirlos en eficientes y darles una nueva vida. Como hemos podido ver, el asfalto se puede reciclar, de hecho se recicla y en ultima instancia, puede hacerse con plástico, pero de eso, ya hablaremos.